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martes, 9 de agosto de 2011

¿Cuánto pagan las arañas de alquiler (o "La casa con vida propia II")?

Tengo que revisar el contrato de alquiler que tengo suscrito, de la casa del pueblo, con una tribu de arañas enormes y peludas. Aunque, ya sabéis, en los pueblos puedes encontrarte con un monstruo de 40 cms. de diámetro y una melena rizada y turgente, que siempre te dirán: "ya está, la de Madrid, si es un molinillo". Sí, sí, molinillo, pero de viento y lo que tomé por patas son, en realidad, aspas de ocho metros de largo.
A lo que iba. Resulta que las arañas, si no me equivoco, hace tiempo que dejaron de abonarme los recibos mensuales y, como sucede muchas veces en esta vida, han subcontratado parcelas de mi casa a otras arañas amigas y deben estar sacándose una pasta - o un sobresueldo en moscas, yo qué sé - que te pasas. Porque yo recuerdo el mes de octubre, había alguna, pero no solías verlas, salvo que intentaras sentarte en el sofá: entonces, invariablemente, una se te subía por la mano. Probablemente, en lenguaje no verbal arácnido, es una forma de acercamiento y la pobre no quiere más que un poco de calor humano, ver contigo la tele y tal vez - sólo tal vez- llegar a algo más serio. Claro que yo me niego a formalizar ningún otro tipo de relación con las arañas: un alarido, un manotazo y ¡hala! a tomar por culo. La araña de turno comprende mis señales y se retira a rincones oscuros, a rumiar el rechazo y el colega de turno comenta: "mujer, ¡si era un molinillo!" y yo me digo: ¿alguna vez en mi vida he manifestado algún síntoma de querer que se me suba un molinillo por el brazo? ¡Nunca! Pues, coño, ¿por qué insisten?
Pues en diciembre cuando, en teoría, no hay bichos, que se han ido todos a la playa, en una especie de Imserso animal, ahí tenía otra, grande como un plato de los que pone "Recuerdo de Cuenca" y tiene un tópico dibujo de las casas colgadas. Sólo que éste, en vez de las casas, estaba colgada ella misma, de un hilo (dicen que es  tropemil veces más fuerte que el acero, una polla, que con un escobazo te lo cargas) y el mensaje que transmite es más simple y mucho más duro: "Recuerdo que tiengo que limpiar, so guarra".
Obviamente, no limpié, recordad mi anterior entrada sobre este tema. Pero sí pensé en hacerlo, palabrita (snif). Claro que luchar contra el pingüino por la posesión el agua caliente del termo agotó mis fuerzas y ya no fui capaz de nada.
Lo mismo pasaba con la amiga de la viga (que rima y todo), contemplando desde las alturas el mundo, con su empalagosa superioridad, la muy zorra. Sólo se le perdona porque está petrificada, si no se iba a enterar.
En abril, empecé a vislumbrar cierto movimiento, cuando fui a cobrar el alquiler y a revisar las latas de la alacena (por cierto, mi hermana tenía razón, debí mirar mal, porque había albóndigas; digo había porque, seguro, cuando vuelva, ya no habrá, sólo quedarán guisantes y mejillones), pero es como te dicen de las avispas: si no les haces caso, se irán... tururú.
Con motivo de la limpieza veraniega, sí, la que todo el mundo detesta, descubrí el negocio que tenían montado. Resulta que yo tenía localizadas tres: la de la puerta (o plato decorativo), la de la viga (o fósil cuaternario) y la de la ventana (o cortina de acero) y me encuentro, antes de abrir la puerta, una fermosa y tupida tela, con su inquilina acechante, cuatro o cinco adolescentes corretonas recorriendo las maderas que tanto trabajo me cuesta embadurnar de aceite para teca; abro la puerta y seis o siete pandilleras huyen, como si le hubieran robado el bolso al plato decorativo (que, por cierto, ha crecido). En la otra hoja, no ya un plato, un azulejo pero, en vez de "Dios bendiga cada rincón de esta casa", debería leerse "Dios, qué asquerosidad", porque está llena de pelusas, hojitas secas y quién sabe cuántas guarreridas más.
Paso al cuarto de baño, lugar, por lo habitual, despejado, y me encuentro que han montado una piscina cubierta en la bañera. En vez de un patito de goma, este año podría haberme bañado con una viuda negra de goma. Impone más, pero también es más original. Y ¿por qué tiene ahora la ducha dos cortinas? Ah, no, si una es de pringue...
Desde su ubicación en la viga, una especie de mugrienta bolsa hace las veces de su p... madre. Hay que joderse. Pero ¿no estaba muerta? Pues parece que ha revivido y alguno de los realquilados le ha echado un buen polvo. Y tal vez es la segunda generación, porque allá donde meto la escoba, sale una amiga, prima o cuñada, corriendo como una posesa. ¡Iiiiiiiiiiihhhhhhhh!
De la ventana, mejor no hablar, porque una criatura salida, por lo menos, de la mente de Stephen King, me reclama la posesión de la persiana. Faltaría más, si ha engordado, que se busque un piso más grande, vamos, hombre.
Por las exclamaciones que oigo en el piso de arriba, sospecho que mi pobre sobrina, que colabora en la brigada de limpieza, está teniendo encuentros en la tercera fase (es decir, contacto físico entre especies de mundos diferentes). Pero es más valiente que yo, porque su frase más repetida es "jooooo, no se muere", mientras que la mía es "¡aaaaaaaaaaah!" (yo soy más breve y contundente). Tal vez los besugos de los colchones han remontado el río Ungría con la llegada de la primavera o han fallecido, ya podrían haber merendado antes, coño.
Mi hermana parece haber sido la que ha tenido más suerte, no se oyen sus chillidos. O puede que las arañas de la cocina sean tan enormes que se haya quedado muda de espanto. O el pingüino, a falta de pescado (¿será él quién se comió las sardinas en lata?), se haya hecho un revueltillo de artrópodos.
Cuatro botes de insecticida más tarde, parece que el desalojo se ha completado con éxito y ninguna pancarta reivindicativa indica que piensen volver en breve... Pero yo sé que lo harán. En el mes de octubre me encontraré de nuevo las posiciones tomadas (puerta, ventana, viga), no sé si por ellas o por sus primas y desde allí tratarán, otra vez, como el verano pasado, como siempre, de colonizar mi espacio sin pagar el alquiler.
Y yo no tengo nada contra ellas, caray, siempre que se queden fuera. ¿No comprenden que repetir, año tras año, la misma historia y sufrir, una y otra vez, el mismo asco y los mismos sustos, es un estrés y un sinvivir?